La Música Tropical: Patrimonio cultural intangible de la humanidad


La Música Tropical: Nuestro Patrimonio Músico-Cultural

lunes, 14 de junio de 2021

María Cristina - Ñico Saquito

Ñico Saquito

El Rey de la Guaracha

Benito Antonio Fernández Ortíz nació en el Tivolí, renombrado barrio de trovadores, en Santiago de Cuba. Fuentes revisadas difieren en la fecha. Algunas dicen que el 17 de enero de 1901; otras coinciden el día y el mes, pero de 1902; unas más que el 13 de febrero de 1901.

Hacía más de 60 años que Benito Antonio Fernández Ortiz respondía al sudónimo de Ñico Saquito. "El 'Saquito' me vino de la práctica del béisbol. Era un saco cogiendo bolas; eso decían los del equipo donde jugaba por unos pesos. Después seguí con ese sobrenombre tan pegajoso que me venía bien en la música".

La precaria situación económica de su familia, lastrada por una prole numerosa, lo obligó a dejar los estudios y a dedicarse al oficio de fundidor.

"Yo creo que eso de trabajar hoy en un ingenio y mañana en otro, de tener amigos en todas partes y ver tantas cosas, me hizo cogerle el gusto a la guaracha –dice mientras sale al patio diminuto y resplandeciente de sol–. De muchacho yo tocaba guitarra y siempre andaba en serenatas y santos celebraos. Muchas veces coincidí con Sindo, Villalón, Figarola y Banderas, grandes trovadores santiagueros que influyeron en mí. Otro que compartió conmigo la obsesión de la música fue Ciro Rodríguez, cuando era, como yo, un muchachón aprendiz de mecánica. Años después se hizo célebre con el Trío Matamoros. Por esa época yo sacaba el tiempo no sé de dónde para componer. Aprendí a hacerlo con un primo destacadísimo como autor. Nunca estudié música, compongo y canto a mi manera, y desde que comencé tuve éxito, tanto, que la comparsa Carabalí me encargaba sus cantos en los carnavales. Y cada vez que sacaba nuevas melodías con la guitarra, me iba al zaguán de Virgilio, el rincón de la trova, para darla a conocer a los demás, y a todos les gustaba. Entonces la música era para mí un hobby; dejó de serlo cuando se convirtió, junto con el juego de pelota, en otro medio de ganar el sustento. Eso fue por los años treinta, cuando pararon casi todos los centrales por la restricción de la zafra impuesta por el presidente Gerardo Machado. Meses y meses sin trabajo hicieron que me fuera a cantar por los cafés y restaurantes. Y como soy un tipo simpático y los chistes me salen sin proponérmelo, comencé a crear guarachas que hicieron reír a la gente que, a cambio, me regalaba cinco o diez pesos. Entonces me dije: Ñico, esto es mejor que la mecánica, que vender baratijas y mangos, que bañar caballos, porque todo eso lo hice para ganarme unos centavos. Y me quedé con la música".

"Mis canciones nacen de un dicharacho, de un cuento que oigo en cualquier lugar", decía Ñico Saquito, autor de más de 300 guarachas. Este compositor e intérprete ya fallecido, cuyas guarachas alcanzaron fama en otras latitudes, afirmaba que a los guaracheros los tenían por personas alegres, divertidas y mentirosas. Y que él jamás había cantado algo que no fuera verdad, aunque a veces agregaba imaginerías suyas, sobre todo en el estribillo, aunque escondiese tras la anécdota graciosa una crítica al gobierno de turno. Hasta que en los años treinta, durante la tiranía de Gerardo Machado, la ética radial prohibió que se oyera La Columbina y Al vaivén de mi carreta. Ambas denunciaban la explotación de los campesinos. "Luego, no dejaban salir al aire ninguna composición mía, pues las consideraban subversivas".

La Bodeguita del Medio

Ñico Saquito era un trovador de blanca guayabera almidonada, que durante años se movía como en su casa en el breve espacio de las mamparas de este museo criollo que es La Bodeguita del Medio.

Frente a un estante atiborrado de objetos disímiles, recuerdos de visitantes ocasionales o asiduos, Ñico Saquito entonaba con voz de pícaro su Compay Gallo, famoso desde 1936. Debajo de un mapa de la Isla de Cuba saturado de fotos de luminarias del cine, escritores, músicos y estadistas, Ñico entretejía anécdotas poco conocidas sobre la música tradicional cubana. De espaldas a la pared tapizada de firmas, fotos y poemas que datan de los años cuarenta hasta hoy, el autor de más de 300 guarachas conversaba con algún parroquiano sobre los enredos y contrasentidos de su María Cristina o de Chencha la gambá.

La guaracha cubana

Desde sus inicios, la guaracha (narró) sucesos acaecidos en las zonas urbanas y satirizó hechos y costumbres. Aunque la alternancia del solista y el coro entró luego en desuso, se mantuvo el estribillo para enfatizar la anécdota. Más tarde, con el acompañamiento del tres y la guitarra, adoptó un tempo más vivo. Un nuevo aire que la iba separando de la canción de tema amoroso para convertirla en una expresión que, por su corte picaresco, llegó a predominar en el siglo XIX, en las piezas del teatro bufo. Entonces se definió al guarachero como a una persona alegre, divertida y hasta mentirosa.

"Puedo asegurarle que eso no es cierto. En lo que a mí respecta –asegura Ñico con el rostro bruscamente solemne–, jamás he cantado algo que no sea verdad; claro, que a veces se me va la mano y digo cosas que imagino, pero siempre a partir de un hecho real. Por ejemplo: 'Compay Gallo' salió de un cuento que escuché en un velorio. Después, Antonio María Romeu lo popularizó en uno de sus famosos danzones, y alcanzó raiting mundial aquella historia que me narró un doliente desvelado. 'El Jaleo', 'La negra Leonor', 'No dejes camino por vereda' y 'María Cristina' son frutos de esa manera mía de decir lo que acontece. En ninguna hay chabacanería, porque eso es lo que más detesto en un poema o en una canción. Ésa que dice María Cristina me quiere gobernar / y yo le sigo, le sigo la corriente... la compuse cuando me cansé de las ínfulas de mando de una mujer. Ella quería seguirme a todas partes, me vigilaba como un policía, y yo, como músico, no podía complacer su afán de acompañarme. De ahí vinieron las desavenencias, y la canción por la que me conocen en medio mundo. Fue más o menos en 1948, cuando me fui a Venezuela contratado por un mes y estuve diez años. Allí trabajé con un grupo de cubanos para recaudar fondos para el Movimiento 26 de Julio. Estuve preso y fui deportado. A mi regreso, después del triunfo de la Revolución, me dediqué sólo a la música".

Su canción como denuncia

"Mis guarachas también criticaron el anterior sistema" –expresa Ñico, mientras rasguea la lustrosa guitarra que lo acompaña siempre–. "Yo vine a La Habana en 1930 y debuté con mi cuarteto en la emisora Radio Progreso. Trabajé en el teatro Martí y en el cabaret Montmatre, y luego fundé el quinteto Los Guaracheros de Oriente, con el que hice grabaciones para la RCA Victor y viajé por México, Estados Unidos y Venezuela. Nunca tuve problemas con mis canciones hasta el día que un jefe de la ética radial suspendió algunas de mis guarachas".

Falleció el 4 de agosto 1982, según la mayoría de las fuentes. Alguna menciona el 4 de julio del mismo año. Igualmente, la mayoría menciona a Santiago de Cuba como el lugar de su deceso, aunque otras mencionan a La Habana.
Fuentes:
Fernández O. (2005). Solo de música cubana. Quito, Ecuador: Ediciones ABYA-YALA.
Internet.



Con sabor a caña, tabaco y ron - Ñico Saquito

Entre todos los compositores de guarachas, el más importante fue Benito Antonio Fernández Ortiz, conocido como "Ñico Saquito". Aquí nos muestra no sólo la grandeza humana de este gran sonero santiaguero, sino su talento innato para la guaracha de doble sentido y la desbordante imaginación con que asume sus composiciones, su humor criollo en "María Cristina" y otras composiciones de su autoría.
Fuente: https://cubainformacion.tv/
 

No hay comentarios: