La Música Tropical: Patrimonio cultural intangible de la humanidad


La Música Tropical: Nuestro Patrimonio Músico-Cultural

lunes, 11 de abril de 2011

Daniel Santos - Legends Of Cuban Music


Daniel Santos

Daniel Doroteo de los Santos Betancourt (*Santurce, Puerto Rico, 5 de febrero de 1916, - †Ocala, Florida, 27 de noviembre de 1992) es considerado como uno de los más grandes intérpretes del bolero, y además interpretó géneros como la guaracha. Fue apodado "El Jefe" o "El Inquieto Anacobero".

Él fue descubierto cuando cantaba la canción “Te quiero, dijiste” mientras se bañaba. En ese momento, uno de los integrantes del Trío Lírico iba pasando por la calle y lo oyó cantar, entonces tocó a la puerta del apartamento de Daniel y le propuso unirse al trío, el joven Daniel aceptó.

En 1938, mientras trabajaba en un casino en Manhattan, cantó el tema Amor perdido sin saber que su compositor, Pedro Flores, estaba entre el público. A Flores le encantó la interpretación y por eso invitó a Daniel a unirse a su grupo "El Cuarteto Flores".

En 1941, muchos puertorriqueños fueron enviados por el ejército de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial. Entonces Daniel grabó uno de sus grandes éxitos: Despedida, la cual fue compuesta por Flores y cuenta la historia de un recluta que tuvo que dejar a su novia y a su madre enferma. Daniel sufrió el mismo drama que el joven de la canción al saber que fue reclutado.

Después de la guerra, él se hizo partidario del Partido Nacionalista de Puerto Rico, anhelando que su Puerto Rico se independizara de los norteamericanos. Incluso grabó junto a Pedro Ortiz Dávila dos temas llamados Patriotas y La lucha por la independencia de Puerto Rico. Por todo ello, siempre estaba en problemas con el FBI y el Departamento de Estado de Estados Unidos.

En los 1950’s él compuso la canción Sierra Maestra, la cual fue adoptada por Fidel Castro como himno de su movimiento. También en aquella época, se unió a La Sonora Matancera luego de pasar una depresión muy fuerte. Así ganó mucha fama y fortuna, la cual gastó en licor y prostitutas. Tuvo 12 hijos con 12 distintas mujeres, y además estuvo en cárceles de Cuba, Ecuador y República Dominicana.

Durante los años 60’s, su música y la de Orlando Contreras fueron inmensamente populares entre los clientes de los bares del centro de Medellín, quienes los proclamaron como "Los jefes". Durante sus últimos años se la pasó haciendo giras por Latinoamérica y grabando esporádicamente (llegó a grabar con la Fania All Stars).

Murió en su rancho en Ocala, Florida el 27 de noviembre de 1992 y fue enterrado en el cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis en el Viejo San Juan, cerca de las tumbas de Flores y de Pedro Albizu Campos. Su tumba fue abierta en 2001 para enterrar al también cantante Yayo el Indio.

Su estilo en el canto fue único, tanto que fue imitado por varios cantantes, entre ellos Charlie Figueroa, Tito Cortés y Tony del Mar.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Santos"

Lista de canciones:
01. Recordando A Cuba
02. Cuidadito Compay Gallo
03. Son De La Loma
04. El Que Siembra Su Maiz
05. Sabor A Mi
06. Suavecito
07. Buey Viejo
08. La Loma De Belén
09. Ay Que Bueno
10. Piruli
11. Masabi
12. Recordando A Cuba (Medley)


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Edwin Escorcia & José Carranza - Vallenatos de Ayer y Hoy



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Dolcey Gutiérrez - Vivito y Coleando



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miércoles, 6 de abril de 2011

V.A. El Vallenato le Canta a Alejo Durán



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Alejo Durán - 15 Exitos de Antología



Gilberto Alejandro Durán Díaz

El Rey Negro del Acordeón



El 9 de febrero de 1919 en la tropical tierra del Cesar, Colombia, nació uno de los gestores de los temas de mayor   trascendencia de la cultura musical del país. Heredero de artistas, pues su padre Náfer Donato Durán Mojica  interpretaba el acordeón, su madre Juana Francisca  Díaz Villareal, era cantante de parrandas y su abuelo Juan Bautista Durán Pretelt, se destacó como gaitero de reconocida trascendencia.

Sus primeras tonadas las interpretó en la caja, violina y guacharaca.  Al acordeón logró sacarle improvisadas y alegres melodías gracias a la buena instrucción de los maestros Octavio Mendoza (el negro Mendo) y Víctor Julio Silva. Tiempo después junto con sus hermanos Nafer y Luis Felipe organizó un grupo musical, con quienes hizo presentaciones en las reuniones programadas en diferente poblaciones, logrando así poco a poco consolidarse como uno de los realizadores de parrandas inmemoriales.

En 1943 creó y dió a conocer su primera obra “Las Cosas” y en 1949 acompañado por Agustín Cudre y Daniel Barraza logro la aceptación calurosa de la gente con el tema de su autoria “Entusiasmo a las Mujeres”, en el teatro Atenas de Mompox.

Llegó al mercado nacional al grabar su primer disco en la ciudad de Barranquilla, el cual fue registrado bajo el nombre de “El Conjunto de Los Tres Duranes”. Al transcurrir el tiempo  con sus obras en ritmos de Puyas, Porros, Cumbias y Paseo como  “El Cero Treinta y Nueve” y “La Perra”, entre otras, se fue consagrando como el Rey Negro del Acordeón, cuyos temas fueron prensadas por Fuentes, Curro, Silver, C.B.S y Tropical.

Su imagen y talento se consagró aún más en la tarima “Fracisco El Hombre” el 30 de abril de 1968, cuando fue declarado Primer Rey Vallenato, en el Festival de la Leyenda Vallenata. Así mismo fue galardonado con medalla en los Juegos Olímpicos de México, cuando participó en representación de Colombia en el Encuentro Mundial de Folclor.

La música de Alejo Duran expresa el gran sentimiento que sentía hacia la mujer, sus creaciones e interpretaciones  en honor a ellas: Fidelina, Alicia Adorada, Evangelina, Elvira, Reyita, Candy, Maruja, Cata, Angela, Cornelia, La Niña Guillo, Mayito, Cholita, entre muchas más nos hablan de la mujer como un gran motivo de inspiración.

Así mismo logro entrelazar en más de 500 obras, los rasgos de su pueblo, sus sentimientos, lamentos y expresiones de “�Ombe!”, “�Apa!”, “�Sabroso!”, “�Aaay!”, con las alegres notas musicales, temas como: Guepaje, Pobrecito Corazón, Altos del Rosario, Los Campanales, La Primavera, La Cachucha Bacana, Este Pobre Corazón, El Bautismo, El Compromiso, Los Lentes, La Puya Vallenata, Mi Folclor, Carmencita, Besito Cortao, Antioqueña, A dónde estará Durán, El Adivino, A mi Pueblo, Qué tienen las mujeres, Las Viejas no me quieren, La Mujer hay que Tararlas, Ceja Encontrada, entre muchas otras, inmortalizan día a día la grandeza del maestro Alejo Duran.

El pueblo colombiano y el mundo musical llevan en la memoria al maestro Gilberto Alejandro Durán Díaz (Alejo Duran), quien falleció el 15 de noviembre de 1989.


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Historia del Vallenato


Historia del Vallenato

Hace un siglo ya florecía en diversos lugares el canto vallenato. Como sabemos, resulta inútil e imposible atribuirle una sola cuna. La extensión de la gaita por toda la Provincia había abierto ya las puertas a la incorporación del acordeón en el conjunto instrumental vallenato. Incorporación que, como es obvio, no se produjo simultáneamente en todos los puntos, sino de manera paulatina.
El proceso pudo tomar hasta tres o cuatro decenios, pues el acordeón empezó solitario su carrera por la comarca. El propio Emiliano Zuleta Baquero recordaba en entrevista con Tomás Darío Gutiérrez que «antes uno tocaba solo, sin caja ni guacharaca». Zuleta Baquero, nacido en 1912 en la zona central, aludía a las postrimerías de los años 20; para entonces ya hacía décadas que el acordeón, como sucedáneo de la gaita o carrizo, se acompañaba de caja y guacharaca en otros lugares de la Provincia.
El matrimonio entre los tres instrumentos fue un efecto social y popular. Esto es, se produjo en reuniones de gente llana: parrandas, cumbiambas, fiestas y merengues, que no eran sólo un ritmo sino un tipo de jolgorio. Francisco «Pacho» Rada, autor de «El caballo Liberal», recuerda que, ya por los años 30, «en cada cantina tenían un acordeón, una caja y una guacharaca para que tocaran los acordeoneros».
El vallenato surgió de abajo y tardó más de medio siglo en adquirir rango social. Era, como lo sostenía Ursula Iguarán, una música perniciosa y popular.


Las colitas
Uno de los escenarios donde empezó a codearse el vallenato con la música que escuchaba y bailaba la burguesía -valses, mazurcas, canciones napolitanas- fue el de las colitas. Era este el nombre que recibían las «colas» o finales de fiesta de la clase adinerada: bodas, bautizos, cumpleaños, festejos religiosos... Durante el sarao, mientras los señores se divertían con la música europea que interpretaba una precaria orquesta provinciana, los trabajadores pasaban la fiesta en la cocina y los galpones a punta de acordeón, guacharaca y caja. Despachada la orquesta, los de atrás eran invitados a pasar adelante, y patrones y vaqueros se sentaban a tomar y cantar juntos.
Se ha discutido acerca del papel que cumplieron las colitas en esta historia. Algunos dicen que estos remates de fiesta fueron el pabellón de maternidad del vallenato, pues combinaron ritmos europeos y nativos: entre ambos dieron a luz los aires vallenatos. «Las colitas son el ancestro directo del vallenato moderno», afirma López Michelsen.
Pero parece más acertado pensar que las colitas no ayudaron a formar el género, sino a divulgarlo. Para empezar, esta clase de fiestas improvisadas no se conocieron en toda la región, sino tan sólo en la zona del Valle de Upar. En El Paso no hubo colitas. En muchos lugares del río tampoco. Y, por otra parte, los historiadores indican que las colitas surgieron a comienzos del siglo XX, cuando ya el vallenato había empezado a coger ritmo con el trío del instrumental clásico.


Piquerias
En cambio, piquerias y retos sí constituyeron desde el principio uno de los más efectivos moldes de creación, propagación y desarrollo del vallenato. La leyenda de Francisco el Hombre habla de su desafío con el diablo, a quien únicamente logra derrotar cuando le canta el Credo al revés. Los grandes acordeoneros viajaban durante días para acudir a piquerias concertadas de antemano o a través de recados, como lo atestigua «La gota fría»:
Acordáte Moralitos de que aquel día
que estuviste en Urumita
y no quisiste hacer parada.


El Moralitos del paseo es Lorenzo Morales, entrañable acordeonero y compositor, a quien no se le ha dado oportunidad equitativa de defenderse de la andanada de Emiliano. Pero lo cierto es que él también tiene un guante que lanzarle a quien lo ha apaleado en medio planeta, como lo demuestra en «Rumores»:
Yo no sé lo que le pasa a Emiliano,
yo no sé lo que le pasa a Zuleta,
y ese miedo que me tiene
de mandarme la respuesta.


Otras veces el mano a mano surgía espontáneo, como fruto de las circunstancias del momento, tal cual le ocurrió al belicoso Emiliano con su propio hermano medio, el acordeonero Toño Salas:
Una tarde en Villanueva
se quiso Toño lucir conmigo.


Y acaba advirtiéndole en «El gallo viejo» que no le recomienda «andar en piquerias con el viejo Mile».


También Luis Enrique Martínez, apodado 'El pollo vallenato', era hombre de duelos, como lo proclama altanero en el merengue «El gallo jabao». Allí anuncia que a nadie le tiene miedo y que está bien armado para el combate:
Toco los pitos bonito;
toco los bajos sabroso;
soy un gallo peligroso
con la espuela y con el pico.


La historia del vallenato registra piquerias legendarias, como las de Francisco Moscote Guerra (el verdadero Francisco el Hombre) y Abraham Maestre; el mismo Abraham Maestre y Cristóbal Lúquez; Víctor Silva y Octavio Mendoza; Emiliano Zuleta y Chico Bolaños; Samuelito Martínez y Germán Serna; Samuelito y Náfer Durán («larga y fea -según Samuelito-, donde hubo hasta privados y heridos»); Eusebio Ayala y Luis Pitre (miembro de una respetada dinastía de músicos); Octavio Mendoza y Eusebio Ayala; Eusebio Ayala y el Mocho Mon, un 15 de mayo en Rincón Hondo.
Aunque se mantiene como apartado del Festival Vallenato, la piqueria completa -con cantos compuestos ex profeso y versos improvisados en el duelo- es cosa del pasado. «La gota fría» data de 1938, y de la misma época es el reclamo de Moralitos: hablamos de historia antigua. De vez en cuando se presenta algún mano a mano de acordeoneros, pero estos enfrentamientos sólo atienden a su capacidad como intérpretes.


Las parrandas
Dice «Los dos amigos», un paseo de Alejo Durán:
Cuando yo llego a San Juan
hago mi parranda buena...
Cuando quiero parrandear,
gran amigo es Mane Sierra.


La parranda acabó por transformarse en la ocasión social para cantar y escuchar vallenatos. Se fue despojando de los bailes de la cumbiamba, de los coros y palmas de la tamborera y del bochinche de los merengues --en el sentido de juergas--, hasta quedar convertida en lo que sigue siendo: una reunión que gira en torno a la música para oir.
La parranda ha desarrollado sus propios protocolos. En ella se presta atención primordial al que toca y al que canta, por lo cual están mal vistas las conversaciones y charlas marginales; en la parranda no se baila; no hay horarios, y a lo largo del tiempo de duración, que puede ser de varios días, se come en forma continua-de preferencia chivo y queso salado- y se bebe en forma abundante -de preferencia whisky-; ningún asiento puede dar la espalda a otro; y no se permiten más instrumentos que los tres tradicionales, o, cuando más, se hace la concesión ocasional a una guitarra. Hasta Alfredo Gutiérrez, un acordeonero tremendista capaz de meterle fagot o trombón a un merengue, se pone serio y toca dentro de los preceptos tradicionales cuando acude a una parranda en toda regla.
No es necesario, eso sí, quitarse el sombrero. Alejo Durán y 'Colacho' Mendoza nunca se lo quitaron. Y se bebe, pero no es obligatorio hacerlo. Dagoberto López, un compadre de Leandro Díaz, no tomaba trago en las parrandas, según lo cuenta el autor en el merengue «La parrandita». Durán tampoco lo hacía. Su idea de las parranda es la que consigna en «Los dos amigos»: «Con Lizardo la paso mejor:/ él pasa tomando, yo toco acordeón».
Una parranda de verdá-verdá no se limita a escuchar cantos. Las circunstancias reales y las anécdotas que inspiraron algunos de los cantos también forman parte de la fiesta. El propio Rafael Escalona, dios mayor de la crónica y las narraciones de episodios y costumbres, afirma que «muchas veces la historia del canto es mejor que el canto». No es menos cierto que muchos cantos adquieren una tercera dimensión cuando se conoce su historia, sus símbolos, sus claves internas. No es lo mismo escuchar «El gavilán cebao» con la idea de que se trata del cuento de un ave rapaz, que oirlo a sabiendas de que es el relato metafórico de las aventuras eróticas de un cura. Mejor aún si uno sabe quién era el cura. El acordeonero, el cantante o algunos de los parranderos suelen aportar información sobre el caso. Todo esto surge en la parranda pero, por supuesto, permanece oculto en discos, rumbas de caseta o conciertos de estadio.
Con sus peculiares normas de cortesía, cultivadas silenciosamente por el pueblo que las inventó, las parrandas fueron el principal medio de comunicación del vallenato hasta la llegada del disco, la radio, la fiesta, la tarima, la caseta, la televisión y el concierto. A diferencia de las colitas, las parrandas no han desaparecido: se conservan intactas en muchos lugares de la Provincia. Ellas siguen representando el legítimo medio ambiente social del vallenato, su perfecto microclima.


Las migraciones
La música vallenata empezó a darse a conocer por fuera de su geografía durante los años 20 y 30, época dorada de la Zona Bananera del departamento del Magdalena, al sur de Santa Marta.
Los trabajadores acudían a prestar su brazo a la United Fruit desde todos los rincones del país, y aún desde otros lugares del Caribe. Allí llegaron los negros jamaiquinos o Jamaican, más negros -por más puros- que los de la Provincia. Esto los hizo figurar, a los ojos del pueblo, en una categoría especial: los «negros yumecas», que es como Emiliano llama a Lorenzo Morales. La abigarrada mezcla de trabajadores permitió que los cantos de los oriundos de la Provincia encontraran oídos dispuestos a escucharlos y repetirlos más tarde en otros puntos del mapa.
Uno de los focos de esta música en la Zona Bananera fueron las eufemísticamente llamadas «academias de baile». Estos locales, que en realidad cumplían una función de desahogo sexual, hicieron eco a cierta música pícante que surgió como ambientadora de funciones, pero también a no pocos merengues y sones que recorrían la región.
La segunda ola migratoria atrajo a los cosecheros del interior a las puertas mismas de Valledupar. Fue cuando decayó el banano y surgió el algodón como cultivo redentor. Quedaba de esta manera conectada con inmigrantes del interior del país una región que durante años permaneció prácticamente aislada. Los trabajadores que llegaban para las temporadas de recogida regresaban a sus comarcas natales, y llevaban consigo algunos ahorros y costumbres de la Provincia. Entre otras, por supuesto, su música.
Hubo un tercer movimiento migratorio, de índole elitista, reducido en sus proporciones pero importante en su influencia, que abrió las puertas de los altos salones de Bogotá a la música vallenata. Ocurrió durante los años 50, cuando un grupo de jóvenes vallenatos pertenecientes a familias ricas y rancias -Molina, Villazón, Castro, Murgas- viajó a realizar estudios universitarios en la capital. Allí conocieron a condiscípulos de la alta sociedad bogotana -Lozano, Herrera, Rivas, Santamaría- que se fascinaron con los cantos de su región que entonaban los vallenatos en las reuniones cachacas.


Aires o ritmos vallenatos 
Para terminar, es necesario recordar que dentro del género musical Vallenato se reconocen cuatro Ritmos o Aires que son: Merengue, Paseo, Puya y Son.
Y todos ellos son el vallenato... "la música que arruga el sentimiento".


Fuente: la mayor parte de la información fue tomada de http://www.elvallenato.com/noticias/173/Historia-del-Vallenato.htm, además de otras fuentes de internet.
En http://es.wikipedia.org/wiki/Vallenato encontrarán muchísima más información del vallenato.

martes, 5 de abril de 2011

Alfredo Sadel - En vivo


Una emotiva y portentosa voz la de este gran tenor venezolano...

"La de Alfredo Sadel fue una carrera fulgurante y eminente, dentro y fuera de Venezuela. Su popularidad internacional la obtuvo como intérprete de música popular y luego la mantendría en el ámbito del bel canto."


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Gabriel Raymon - La Voz del Despecho



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lunes, 4 de abril de 2011

V.A. Tradición Costeña Vol.3



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V.A. Tradición Costeña Vol.2



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V.A. Tradición Costeña Vol.1



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Los Gaiteros de San Jacinto


La Música de Gaita y la Historia de la Cumbia


La música de los Gaiteros, la cual es autóctona de la costa Caribe de Colombia, es la forma original y tradicional de la cumbia, y la raíz de la cumbia moderna, una de las formas musicales más populares en Latino América actualmente.

Esta música, la cumbia folclórica original, se remonta a los tiempos de Simón Bolívar, en los inicios de los años 1800, y quizá más. Es una fusión de influencias indígenas y africanas, la cual se toca con dos gaitas (macho y hembra) y una maraca, ambas de ancestría indígena, y tambores africanos provenientes de los descendientes de los esclavos de origen africano que pasaron por esta costa. Las inolvidables melodías que aun son comunes en las culturas Kogi y Cuna, se tocan por dos gaitas en contrapunto la una a la otra, y son complementadas por el hipnotizador ritmo del "llamador" (un tambor pequeño), las alegres y complejas improvisaciones de los otros dos tambores, y los elaborados ritmos de la maraca. Uno de los gaiteros toca la gaita con una mano y con la otra la maraca al mismo tiempo con gran destreza y agilidad. Sus labios solo sueltan la gaita para cantar.


En el pasado, hubo muchos grupos de gaiteros que tocaban cumbia a través de la costa Caribe Colombiana. Al pasar de los años, la cumbia con letras incluidas, evolucionó al punto de incluir acordeón y más tarde instrumentos electrónicos y orquestación completa. La cumbia orquestada, es decir la cumbia moderna, es escuchada en Sur y Centro América y México, y en los Estados Unidos por millones de Hispanos. La cumbia orquestada, con su ritmo encantador, es música bailable que se toca en clubes, fiestas, e incluso en millones de hogares. Sin embargo, recientemente con la muerte de los Gaiteros mas viejos, la tradición de la gaita pareciera perderse debido a que los jóvenes parecen estar interesados en formas musicales populares que son promovidas en la radio como la salsa, la cumbia orquestada, y aun el rock and roll.


A pesar de esto, en los últimos años ha habido un resurgir en el interés por la herencia musical de esta música. Muchos jóvenes han tomado las gaitas, maracas y tambores, pero todavía, aún en Colombia, hay mucha gente que no conoce las raíces de la música que se escucha actualmente.


Los Músicos



A pesar que hay y hubo otros grupos de gaiteros, el grupo que se hizo llamar Los Gaiteros de San Jacinto no tendrá nunca comparación alguna. Sin embargo, Toño Fernández, uno de los miembros originales de aquel grupo, y los otros músicos, vivieron en completa pobreza, sin reconocimiento alguno, y muchas de sus composiciones fueron pirateadas en varias ocasiones por orquestas populares.

Fuente: http://www.tamborygaita.com/sPindex.html.


Antonio Fernández



Nació en San Jacinto en la calle Miraflores. Su verdadero nombre es Miguel Antonio Hernández Vásquez. Es el folclore Sanjacintero en sí.


Se crió en una región de san Jacinto llamada La Piñuela. Tenia aproximadamente 8 años cuando vió por primera vez una gaita, la sonaba Manuelito Lora y había sido fabricada por Juan Meléndez a quien llamaban: “Juan Jurumiga”. Este instrumento lo embrujó y desde ese mismo momento vivió pensando y soñaba a todo momento poseer uno. Pasaba el tiempo y en la cabeza de aquel niño, se mantenía viva la imagen de aquellos “palos con cera” que sonaban como trompetas celestiales. Es así como un día cualquiera le hace un negocio a “Jurumiga”, cambiándole una “carga” de ñame por un par de gaitas. Luego un primo suyo, Ramón Barreto le dió las primeras lecciones, todo a escondidas de su papá pues el “viejo” se oponía, por tal motivo se vió en la necesidad de esconder el par de gaitas en un “bulto” de palma y así se mantuvo la situación por muchísimo tiempo pues seguía recibiendo instrucciones a escondidas por parte del Mono Tobías y de otro llamado José Camargo.


Cuando el papá descubrió esto ya el maestro sabia tocar y además tenía mucho “garbo” para cantar, e improvisaba de manera magistral; puede asegurarse sin temor a equivocación que ha sido el más grande decímero que ha tenido San Jacinto y el mundo.


La gaita era corrida y el maestro Toño le hizo una innovación, pues comenzó a ponerle letra y a cantarla. Fue jefe del conjunto de gaita más auténtico del mundo y ha tocado con los mejores gaiteros de la tierra como Juan Lara, Mañe Mendoza, Mañe Cerpa, Gregorio Julio y otros hembreros más.


Adquirió fama; entonces el intelectual, periodista y escritor Sanjacintero Clemente Manuel Zabala, lo puso en contacto con los hermanos Zapata Olivella, cuyas propuestas lo conducen en compañía de Pedro Nolasco Mejía, Juan y José Lara a realizar giras de divulgación folclórica por toda Colombia, luego por Francia, España, Alemania, Rusia, China, Japón, Centroamérica y Nueva York.


Estando en España “Los Gaiteros de san Jacinto”, participaron en el Festival Internacional Folclórico en Cáceres, compitiendo contra 203 conjuntos de países europeos, africanos y de muchas regiones de España, logrando ocupar el primer puesto.


En México, por una invitación que hizo este país a un grupo folclórico Colombiano participaron en la Olimpiada Cultural que se organizo en el año 1968 con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos. Se presentaron 108 conjuntos de igual cantidad de naciones pertenecientes a los 5 continentes y con “Candelaria y “La Maestranza”, ambas del maestro Toño Fernández, se ganaron con ellas la medalla de oro olímpica. Por esas cosas que tiene la vida, después de más de 40 años de andar juntos se separa de los Hermanos Lara y organiza su conjunto con Mañe Mendoza, Gabriel Torregrosa y Nicolás Hernández, entre otros.


El Maestro nos ha dejado un extenso bagaje de canciones (más de 200), muchas anécdotas y un aporte cultural invaluable. Entre sus éxitos se encuentran: Candelaria, Maria de los Reyes, La Mica Prieta; Tres Golpes, Francia Elena, Déjala que Llore, La Escoba, La Maestranza, La Marucha, etc., que han permitido la identidad de un lugar y de una cultura. Dentro de folclore admiraba a: Juan Lara, José Lara, a José Camargo, a Gregorio Julio y a Teófilo Mendoza.

Fuente: Monografía San Jacinto Alfredo Bustillo G.


Muerte del fundador de “Los Gaiteros de San Jacinto”



Falleció el día 2 de Diciembre de 1988, como consecuencia de un derrame cerebral.


Analfabeta, de modales campesinos. Dicharachero y expansivo. Era el modelo ideal engendrado espontáneamente por el pueblo, dotado de talento arrollador, creatividad innata, dinamismo invencible para abrirse paso hacia cúspides de gloria que nunca alcanzan otros hombres pulidos y eruditos.


Desde muy joven comenzó a amenizar las fiestas con canciones, décimas y centenares de versos.

Era dueño de una riqueza oral que desbordaba en conversaciones de hondo contenido poético y sabiduría popular.

Era un juglar. Un incansable propagador de alegría. Cumplió con brillo su misión de afirmar la primacía de su música terrígena y su folclore frente a la invasión de lo foráneo.


Podemos reafirmar que fue de los símbolos de la defensa de los valores genuinos, estables del pueblo sanjacintero.

Desgraciadamente en los últimos años había sufrido varios quebrantos de salud que le tuvieron al borde de la muerte. Uno de ellos fue el ataque de trombosis que le dificultó el habla. Sin embargo, eso no impedía que decenas de personas lo visitasen diariamente y conversasen de cosas actuales y de antaño.


El sábado 3 de Diciembre en las horas de la mañana, su ataúd fue llevado al son de lamentos de Gaita hasta el Palacio Municipal, en donde fue velado y allí los gaiteros, sus amigos entonaron sus canciones, aquellas que tanto amó, estaban seguros que su alma desde el cielo se los estaba agradeciendo.


Su sepelio ha sido uno de los más concurridos que se recuerde en San Jacinto. Decenas de personas pugnaban por cargar el féretro rumbo hacia el cementerio del barrio “La Gloria” un poco más de las 4 de la tarde cuando el sol se debilitaba en el horizonte. Y por cosas del destino su sepultura quedó al lado de su amigo y colega Juan Lara.

Las gaitas siguieron sonando trenzadas con llantos que salían de todas partes. Así se despedía al más grande folclorista de San Jacinto.

Fuente: Monografía San Jacinto Alfredo Bustillo G.


“El dolor de las gaitas”


Quiero aportar mi granito de arena rindiéndole homenaje al maestro con este pequeño poema que surgió de lo que presencié en esos momentos de dolor:


“Y lloraban las gaitas…por él,

y se hicieron más tristes…por su gente,

y su sonar fue de agonía…por su pueblo,

no pararon jamás… y estaban heridas de muerte,

sentían como su tierra… al gran maestro ausente”.

Por: Alfredo Bustillo G.

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Los Gaiteros de San Jacinto


Lista de canciones:

01 Decima..Oh San Jacinto Querido

02 Candelaria

03 Popurri a Catalino Parra

03 Sueño Contigo

05 El Heredero

06 Josefa Matia

07 Tomate el Trago Silvestre

08 Celestina

09 Nos Vamos A Emparranda

10 Donde Canta La Paloma

11 La Puya Loca

12 Zoila

13 Popurrí Homenaje a los Gaiteros(Bonus Track)



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