En los albores de mi vida, cuando
mi capacidad de asombro era más de la que actualmente poseo y hasta el trino de
las aves me maravillaba -cosa que aún sigue sucediendo-, mi afición por la
música se estableció y gustaba de todo lo que en mi rededor se escuchaba, desde
la música autóctona de mi región y de mi nación hasta las que provenientes del
Caribe y del otro lado del Río Bravo llegaban, amén de otras de variados
géneros y procedencias que también disfrutaba.
Sabía menos de lo que hoy conozco
(poco) en relación a la música y, la verdad, no me interesaban los recovecos que la
rodeaban, en aquel tiempo lo único que deseaba era gozarla.
Por aquella época escuchaba unas
canciones rítmicas y muy cadenciosas, bien sabrosas, que llamaban mi atención y
en mi escaso saber las catalogaba como si de música tropical -en general- se
trataran. Recuerdo muy bien una de ellas que decía “oiga compa’ tóqueme un
porro, para bailar con Micaela” y su ritmo me seducía, y sobremanera me
agradaba. No sabía quién la cantaba, pero me encantaba. Posteriormente supe que
el intérprete y autor del mismo era un colombiano llamado Luis Carlos Meyer y que
lo acompañaba la Orquesta de Rafael de Paz. El ritmo: Porro.
En aquellos días no existía el
internet y las fuentes de información más comunes eran las usuales de ese
tiempo: revistas, periódicos, la radio también. El uso de la televisión no
estaba muy extendido y, al menos en mi caso, en mi casa demoramos un poco para tener acceso a ella.
Es cierto que en las contraportadas de los discos de acetato que poseían los
sonideros había mucha información de los artistas y de los ritmos que
interpretaban, pero de eso tenían conocimiento sólo ellos y los que de cerca
los rodeaban, el resto de los mortales no, en general. Conforme mi cabello de blanco se ha teñido también
se ha desarrollado y perfeccionado la red de redes, y en la actualidad la
información -o la fuente de información- está disponible para todos, es cuestión
de buscarla.
Ahora sé que el porro es un ritmo
musical de la Costa Caribe de Colombia y la información disponible acerca de su
origen y su evolución es tan vasta que en verdad cuesta trabajo digerirla. También
me queda claro que es un ritmo diferente de la cumbia, aunque para mucha gente
sean semejantes, y muchos de ellos son pasados como cumbias colombianas cuando
en realidad son porros.
Buscando información que me diera
una idea clara y sencilla de lo que históricamente ha sido el porro, encontré
un artículo reciente y muy ilustrativo en el periódico El Tiempo. Forma parte
de una cruzada actual en el país que lo vio nacer para que el Diccionario de la
lengua española lo incluya con esta otra acepción: ‘ritmo folclórico mestizo y
cadencioso, originario de la costa caribeña colombiana, cuyo canto y baile
constituyen un importante símbolo de su cultura’. Espero que esa iniciativa
obtenga el fruto deseado.
Pues bien, aunque no es el ABC
del Porro que tanto busqué, el contenido de este artículo es lo suficiente y
conciso como para considerarlo esencial en la comprensión de este ritmo
musical:
El porro pide entrada al diccionario oficial
En vísperas del Festival Nacional del Porro, que se inicia
mañana en San Pelayo (Córdoba), activistas de la cultura reivindican este
ritmo.
Con alegría y con afán voy a empezar mi relato
Que en la población de Plato,
Se volvió un hombre caimán.
Este es el porro más famoso del
mundo, Se va el caimán.
José María Peñaranda lo compuso
en 1941, a partir de la leyenda de Saúl Montenegro, el mirón que se tomaba una
pócima para volverse caimán, meterse al río y contemplar a las bañistas. Un día
perdió la contra para regresar a su estado original, y quedó caimán para
siempre, y el caimán se fue para Barranquilla.
Inicialmente se oyó en la versión
del propio autor con acompañamiento de cuerdas. Más adelante su éxito tuvo
numerosas versiones, entre ellas la de Nelson Pinedo y la Sonora Matancera, que
grabó también el porro Me voy pa Cataca,
en versión cubanizada, “Me voy pa La Habana y no vuelvo más, el amor de Carmela
me va a matar…”.
Otras versiones muy sonadas del Caimán son la de Víctor Pérez (1946), y
Felipe Pirela (1962), ambos con la Billo’s, y la del cubano Kike Mendive,
incluida en un largometraje mexicano de los años 40.
El porro está presente en la
literatura. Un botón de muestra es Danza
de redención, 1998, de David Sánchez Juliao, que completa la trilogía
iniciada con Pero sigo siendo el rey
(ranchera) y Mi sangre aunque plebeya
(bolero).
En Danza de redención (porro y cumbia) aparecen el hombre caimán, la
piragua y el acordeón que encanta serpientes.
También hay telenovelas
inspiradas en este ritmo, como Momposina,
1994, protagonizada por Carolina Sabino, con libretos de Bernardo Romero y
Daniel Samper. Esta serie recrea la obra del mismo nombre, compuesta por José
Barros.
Momposina, ven a mi ranchito;/ Momposina, ven para quererte; /
Momposina, lindo lucerito;/ Momposina, yo quiero tenerte.
Lucho Bermúdez, el gran difusor de este ritmo
El porro llegó a Bogotá en 1944,
de la mano de Lucho Bermúdez. Los rolos de la época, que bailaban danzón,
pasillo y guabina, comenzaron a familiarizarse con él. Oyeron y bailaron Carmen de Bolivar, cantado por Matilde
Díaz, “Tierra de placeres, de luz, de alegría, de lindas mujeres, Carmen tierra
mía”; y Salsipuedes, “Eres muy rico
Salsipuedes, y no olvidaré, y en tu recinto muchas veces de alegría canté”.
A Bermúdez se debe en buena parte
la internacionalización del porro. Tras su éxito en el Metropolitan Club, de
Bogotá, viajó en 1946 con Matilde Díaz a Buenos Aires, donde dirigió una
orquesta de 26 músicos, todos ellos argentinos; compuso el porro Buenos Aires y grabó 60 temas con la
RCA.
Luego regresaría al Hotel Granada
de la capital colombiana, para emprender en los años siguientes giras que lo
llevaron a México, donde grabó 80 discos; Cuba, en cuya naciente televisión
trabajó con el maestro Lecuona; Venezuela, Estados Unidos, Costa Rica y
Ecuador.
Por 15 años vivió en Medellín,
meca de la discografía nacional.
En las fiestas de los 60, en
Bogotá, se bailaba porro. “La múcura está en el suelo, ay, mamá, no puedo con
ella”, composición de Crescencio Salcedo que llegó a ser grabada por el ‘Bárbaro
del ritmo’, el cubano Benny Moré; “Santa Marta, Santa Marta tiene tren, Santa
Marta tiene tren, pero no tiene tranvía”. “San San San Fernando, San San San
Fernando, es el club más popular de esta tierra soberana”.
Entre tanda y tanda de porros de
Los Melódicos, la Billo’s, Pacho Galán, Lucho Bermúdez y el loco Quintero, se patinaba
un twist, se intentaban piruetas con
algún rocanrol y se oían las primeras canciones de Escalona, interpretadas con
guitarra por Bovea y sus Vallenatos, sin sospechar que veinte años después el
vallenato, ya interpretado con acordeón, se impondría en la capital.
Mi cafetal
En los años 80 había en Madrid
(España) una sala de baile llamada Mi
cafetal, donde la orquesta interpretaba música colombiana, como Palmira señorial (“Este porrito suave
cantaré, a la mujer más linda que amo yo”) y el porro que le daba el nombre a
la boite, “Yo tengo mi cafetal, y tú
ya no tienes na”.
Mi cafetal es otro de los porros universales. Lo han grabado, entre
muchos, la Sonora Matancera, Los Panchos (con Basurto Lara), el cubano Eliades
Ochoa, el colombiano Farid Ortizy el puertorriqueño Chayanne, en una versión
bastante rítmica.
Es la obra cumbre de Salcedo,
conocido como el Compae Mochila de los Pies Descalzos, por su sencillez.
Otro de los porros universales es
Las pilanderas, de José Barros, que
en su momento interpretaron Matilde Díaz y Celia Cruz. La cubana cantaba “Ay,
pila, pila, pilandera, que traigan maíz, panela…”, y agregaba su ingrediente
emblemático, “¡Y azúcar!, que traigan azúcar”.
Un cubano que hizo su particular arreglo
de Las pilanderas fue Orestes ‘Cachao’
López. También hay versiones de Pacho Galán, Juan Piña, el argentino Eduardo
Armani y el venezolano Víctor Piñero, que la cantó con la orquesta Los
Melódicos, en Caracas; con la de Pacho Galán, en Barranquilla, y con la Sonora
Matancera, en La Habana.
Serrat y Sabina rematan su
concierto Dos pájaros de un tiro,
2008, con El muerto vivo, del
manizaleño Guillermo González Arenas.
Los dos cantantes se paran al
final, bailan con el grupo que los acompaña, y le van diciendo al público, burlándose
de sí mismos, “¡No estamos muertos, estamos de parranda!”.
Los hacen con el sabor de rumba
gitana que le imprimió Peret (“A mi amigo Blanco Herrera le pagaron su salario,
y sin pensarlo dos veces salió para malgastarlo”). Peret lo adaptó de la
versión de Rolando Laserie, que lo había oído interpretado por el Trío
Venezuela y por Fruko y sus Tesos, con la voz del Joe Arroyo. La letra original
decía “Al amigo Marco Herrera le pagaron su salario”… Y era porro.
Pero un día se apareció lleno de vida y contento,
Diciéndole a todo el mundo ¡eh! Se equivocaron de muerto,
El lío que se formó, esto sí que es puro cuento,
Su mujer ya no lo quiere, no quiere dormir con muertos.
Ritmo mestizo
El porro es símbolo cultural en
Córdoba, Sucre y el sur de Bolivar. La banda típica tiene 16 músicos, que tocan
bombardino, clarinete, trompeta, bombo, redoblante y platillos.
Es la llamada banda pelayera (de
San Pelayo), que en versión reducida va en cada chiva turística con el nombre
de papayera. Se trata, pues, de un ritmo que mezcla vientos europeos con
percusión africana y que les canta a la tierra, a las actividades ganaderas y
pastoriles y al amor. La pareja lo baila por tandas, que tardan lo que dure
prendido un paquete de velas que la bailadora lleva en su mano derecha y a
veces pone sobre la cabeza.
En San Pelayo (Córdoba), se celebra
cada año el Festival Nacional del Porro. Este año tendrá lugar la cuadragésima
versión, entre el 29 de junio y el 4 de julio. A las cinco de la mañana las
bandas se reúnen en la tarima construida exprofeso para el evento y tocan María Barilla, pieza emblemática, que
recuerda a la “mejor bailadora de porro y fandango de todos los tiempos”,
fallecida en 1940. En ese momento suena la orquesta más grande del mundo, pues
cerca de quinientos músicos interpretan el porro al unísono.
Este porro fue seleccionado como
símbolo de la cultura colombiana en el Iberoamericano de Teatro del 2014. El
musical María Barilla, con actores de
la televisión y músicos y bailadoras de Córdoba, constituyó el acto de apertura
de esa edición.
Una orquesta francesa, la Belle
Image, interpreta en diversos escenarios de Europa, desde hace algunos años, lo
que aprendieron en Colombia: porro. Otra argentina, la Delio Valdez, hace lo
mismo en escenarios argentinos y uruguayos, donde es infaltable La saporrita (“Siempre que yo voy a un
baile, me busco una saporrita…”). En 2014 se estrenó en Nueva York el
largometraje Porro hecho en Colombia,
de Adriana Lucía, que contó con la asesoría artística de Ciro Guerra. En la
cinta se puede ver a la cantante de Carito (Córdoba), hablando, cantando y
bailando porro con sus coterráneos, hasta llegar al estudio de la Javeriana con
su grupo musical, que incluye batería y guitarra eléctrica, para cantar la
composición de su padre, Antonio López, Porro
bonito, y bailarlo, con todas las de la ley, con su hermana Martina la
Peligrosa.
Bailando porro yo competiré, / Tomando chicha en mi tierra natal… / Porro
bonito, yo te cantaré, / Porro bonito, yo te bailaré…
El diccionario
La cumbia es el ritmo que más
identifica a Colombia en el mundo. De la cumbia colombiana nacen la cumbia
cubana, la mexicana, la chilena, la ecuatoriana y la peruana (y de ella el
género conocido como chicha). Otros ritmos tropicales colombianos alcanzaron
gran difusión, en los años 50 y 60, de la mano de la cumbia, pero sus nombres
(porro, fandango, cumbión) quedaron velados tras el genérico “cumbia
colombiana”.
Eso explica que en muchos países no
se identifique la palabra porro con
ritmo musical, pero paradójicamente se conozcan, se oigan, se canten y se
bailen Se va el caimán, La saporrita, Mi
Cali bella, El muerto vivo…
El porro, según los estudiosos,
se remonta a la música precolombina interpretada con gaitas por los nativos del
valle del Sinú. En el siglo XVII adquiere su forma actual con la adición de
instrumentos africanos traídos por los esclavos y vientos europeos que se
conocen gracias a las bandas militares. Del porro deriva el vallenato (según el
historiador William Fortich), y del vallenato deriva la carranga. La presencia
de este ritmo en las sabanas de Córdoba, Sucre y sur de Bolivar es altamente
significativa. Su esplendor en los años 60 y 70, hace que el porro se conozca
mejor en Bogotá y que llegue a Venezuela, Cuba, México y Argentina. Y la
nostalgia de los mayores sumada al ímpetu de nuevas generaciones de músicos,
cantantes y bailarines hace que hoy siga vigente y con más fuerza que nunca.
No obstante todos estos méritos, cuando
usted abre las páginas del Diccionario de
la lengua española, para buscar la palabra porro, encuentra que este vocablo alude a tres realidades ajenas a
la música, ‘cigarrillo de marihuana’, ‘puerro’ (una especie de cebolla) y
‘persona torpe, ruda o necia’.
Por eso, el periodista Rahomir
Benítez, director de El Meridiano, y
el gerente de esa casa editorial, William Salleg, emprendieron este año una
cruzada que busca la inclusión en el lexicón más tradicional y prestigioso de
nuestra lengua de esta otra acepción de la palabra porro, ‘ritmo folclórico mestizo y cadencioso, originario de la
costa caribeña colombiana, cuyo canto y baile constituyen un importante símbolo
de su cultura’.
Su misión comienza con la edición
de un libro de doscientas páginas, Tributo
al porro, en que muestran a cuatro tintas el esplendor de este ritmo, y
presentan formalmente a la Academia su petición.
Libro para una petición
El libro ‘Tributo al porro’
recoge el trabajo de investigadores como William Fortich, el periodista Rahomir
Benítez Tuirán y cantantes como Adriana Lucía, liderados por William Antonio
Salleg, presidente del Grupo Editado, dueño de los diarios ‘El Meridiano’ y ‘El
Propio’, y la emisora ‘Meridiano Estéreo’. El texto fue presentado a la Real
Academia de la Lengua para explicarle por qué la palabra porro describe la cultura musical de toda una región.
Tiene 156 páginas e incluye un
DVD con la música que recibirá el tributo, desde el próximo miércoles 29 de
junio en el Festival Nacional del Porro en San Pelayo.
Fuente: por Fernando Avila en El
Tiempo, 28 de junio de 2016. Recuperado de internet.
Además de los porros mencionados anteriormente y de los tantos y tantos que existen, hay uno que se cuenta entre mis preferidos, se llama Amado Porro. Es de Septimio Campanela y es interpretado por César Castro con Los Corraleros de Majagual, en el disco 'Al son de las corralejas':
Amado Porro - Los Corraleros de Majagual
En Caracol Radio se emitió un programa el 5 de julio de 2011 acerca de los orígenes, sus compositores y los grandes exponentes del Porro colombiano, con audios completos de diversos porros, es recomendable su visita.
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