PABLO
"TITO" RODRIGUEZ
(1923-1973)
El INOLVIDABLE
Tito Rodríguez personifica como ninguno al crooner por
excelencia, al cantante elegante, al artista caballeroso dentro y fuera de los
escenarios. Aunque abordó todos los géneros, desde el mambo hasta el latin
jazz, pasando por el cha-cha-chá, la guaracha y la charanga, sería en el bolero
donde encontraría su consagración. El fraseo perfecto con que enmarca sus
interpretaciones le sirvió como pasaporte para ingresar a la galería de los inmortales.
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Pablo “Tito” Rodríguez nació el 4 de enero de 1923, en Santurce, Puerto Rico.
Su padre era dominicano y su madre cubana, y gracias a los buenos oficios de su
hermano Johnny, convertido ya en figura conocida con su trío, logró ingresar
al Cuarteto Caney como maraquero. Más adelante, participó en los coros de las
orquestas de José Curbelo, Xavier Cugat y el gran pianista Noro
Morales, y trabajó con Tito Puente en la banda de José Curbelo.
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En 1946, mientras la banda de Curbelo aparecía en el club nocturno China Doll,
Rodríguez conoció a Tobi Kei, una muchacha del coro de nacionalidad
américo-japonesa con la que se casó unos meses más tarde y con quien tuvo tres
hijos.
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Rodríguez fue despedido por Curbelo cuando él le había pedido el día
libre para cuidar de Toby, que estaba enferma; pero alguien le dijo a Curbelo
que la ausencia de Rodríguez realmente se debía a que se había pasado el día
bebiendo en una barra.
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Después de varios meses de desempleo, Tito formó un combo que llamó Los
Diablos del Mambo (The Mambo Devils), aunque después tuvo que
cambiarle el nombre a Los Lobos de Mambo, para el sello SMC, debido a un
conflicto con otro grupo. No obstante, después de tomar fuerza, fue reconocido
como Tito Rodríguez y su Orquesta por más de 20 años.
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Vendría después la famosa etapa del Palladium de Nueva York, cuando este
lugar, abandonado por las orquestas americanas y administrado ahora por Federico
Pagani, abrió sus puertas a los artistas latinos, provocando con ello una
explosión musical que todavía resuena en el tiempo, y que ubicó a nuestra
música en lugares que nunca nadie soñó. Una gesta sólo comparable en grado de
importancia a lo que harían tres décadas después los artistas de la Fania en el
cabaret Cheetah.
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La popularidad de Tito Rodríguez a través de su carrera se debió a que siempre
buscó amaestrar el sonido de las orquestas populares del momento sin copiarlas,
sino tomando únicamente de ellas sus más importantes atributos, como fue el
caso del Sexteto la Playa, con el que cantó temas como “La muela”
y “Mamagüela”. Por eso, mucho tendrían que ver Rodríguez y sus Mambo
Devils en este resurgimiento, y en este escenario dió a conocer muchas de sus
composiciones de entonces: “Bésame la bembita”, “El mambo de Tony”
y la famosa “Mamagüela”, que en un principio se llamó “Mambo mona”.
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Con los Diablos del Mambo realizó sus primeras grabaciones discográficas
–mambos y latin jazz en su gran mayoría– para Tico Records, a través de los
años 50, gozando de gran renombre entre las audiencias latinas. En 1960, firmó
con el sello Artistas Unidos (UA Records), bajo la condición de que él sería el
único artista latino en dicha compañía.
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Su rivalidad con su coterráneo, el gran timbalero Tito Puente, se
convirtió en uno de los atractivos del lugar, y esa disputa se reflejó en
algunas de las grabaciones que Rodríguez hizo para el sello Musicor Records,
tal como “Avísale a mi contrario que aquí estoy yo”, del álbum “Carnival
Of The Americas”. El vocalista cubano Miguelito Valdés y Machito
apelaron a los dos combatientes en la canción “Qué pena me da”,
compuesta por Valdés para su reunión de colaboración en 1963.
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Al comenzar la década de los 60, hallamos a Tito Rodríguez y su orquesta como
líderes del fenómeno generado en medio mundo por la pachanga y la charanga, que
los aprendices de entonces considerábamos como ritmos bailables, hasta que vino
Joe Quijano y desembrolló la confusión asegurando que “una charanga es
la orquesta que está de moda y una pachanga es el baile que se baila ahora”,
para culminar invitando a que “con José Quijano, bailen la pachanga y no la
confundan con una charanga… ¡charanga!”
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En 1962, Rodríguez tuvo tres canciones consecutivas que fueron magníficos
éxitos: “Vuela la paloma”, “Cuando, cuando” y “Cara de payaso”,
que llegaron a la cima de casi todas las listas de popularidad (charts) tanto
en Puerto Rico como en muchos otros países sudamericanos.
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Los tiempos y las modas evolucionan, y en 1963, pasado el fervor por las
grandes bandas, se impusieron los grupos pequeños, tipo sexteto o combo
(justamente a esto debemos que surgieran grupos irrepetibles como Cortijo y
su Combo). Tito disolvió entonces su orquesta e integró un nuevo grupo con
violines, grabando lo que quizás sea su máxima creación: el bolero “Inolvidable”
(“En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse… imborrables momentos que
siempre guarda el corazón”…), del compositor cubano Julio Gutiérrez,
y que ya se conocía en versiones de René Cabel y del dúo puertorriqueño
Pérez-Rodríguez (María Esther Pérez y Felipe Rodríguez). El éxito de
Tito Rodríguez cantando boleros fue total, y esto le indicó al artista el
derrotero a seguir, dedicándose entonces de lleno a interpretar temas
románticos.
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“En la soledad”, “Mientras tú no llegas”, “Lo mismo que a
usted”, “Llanto de luna”, “Tiemblas”, “Don Fulano”, “Si
te contaran”, “Ya son las doce” y “Llévatela” (de Manzanero)
son apenas algunos títulos en la lista interminable de hermosos boleros que
dejó para siempre en grabaciones que realizó hasta la Navidad de 1972, cuando
se sintió de pronto mal y, obedeciendo un diagnóstico tempranero de cansancio
por exceso de trabajo, decidió internarse en una clínica promediando el mes de
enero.
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Sus espectáculos calaron hondo en Nueva York y América Latina, época de la que
se recuerda un excelente álbum de latin jazz, “Live At Birdland” , con Zoot
Sims y Bob Brookmeyer. Tras un pique económico, disolvió su
orquesta y, en 1966, se fue a trabajar a Las Vegas, Nevada. Luego, volvió a
Puerto Rico y apareció en una serie de televisión que se transmitía en español,
en la que presentó como artistas invitados a talentos del nivel de Shirley
Bassey, Tony Bennett y Sammy Davis Jr., entre otros.
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Rodríguez demostró los primeros signos de enfermedad en 1967 al hacer uno de
sus últimos programas de televisión, y mientras esperaba los resultados de las
pruebas en el Reino Unido, usó a músicos ingleses para grabar la música de su
primer álbum de TR, “Inolvidable/Unforgetable”. Le fue confirmado que
padecía de leucemia, pero insistió en que los resultados fueran mantenidos en
secreto.
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Lo invitaron a grabar con la Fania All Stars, pero debido a su condición
física –La Fania apareció en 1968–, decidió no aceptar. Ese mismo año se
trasladó a Coral Gables, Florida, y conformó su propio sello: TR (o Tito
Records).
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Su segundo álbum, “Palladium Memories”, se vendió bien. Para el tercer
lanzamiento se unió a Louie Ramírez en “Algo nuevo”, y la
presentación de su cuarta y última grabación, “25 Aniversario de Rodríguez”
–que fue lanzado un mes antes de su muerte– se grabó en un club nocturno de
Perú. Este álbum provocó la especulación de que si él lo había grabado como
despedida debido a “Ha llegado la hora”, el tema con que cerró esa
grabación. La última apariencia de Rodríguez en vivo fue junto a Machito y su
banda en el Madison Square Garden, el 2 de febrero de 1973.
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Grabaciones hechas por amigos entrañables, Vitín Avilés entre ellos,
indican que el cantante ocultó muy bien su padecer, ya que se lo oye haciendo
bromas y anunciando que en pocos días estará de nuevo en los escenarios. Pero
la terrible leucemia que lo aquejaba se lo llevó un mes más tarde, el 28 de
febrero de 1973. Su mujer, que lo adoraba, convirtió desde entonces su casa en
museo, y allí es posible ver sus partituras, premios, discos y objetos que le
pertenecieron.
Tito Rodríguez - Yo soy tu enamorado
Temas:
01 Yo soy tu enamorado
02 Nuestro amor
03 Urgente
04 Cállate
05 Mañana en punto
07 Ella es
08 El último acto
09 Solamente amor
10 Si nadie amara
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