Fruko
Quienes disfrutaron con la época dorada de la salsa en Colombia y quienes han recorrido el universo de los clásicos en este género, sabrán que la orquesta de Fruko y sus Tesos ocupa un lugar de privilegio por los éxitos que impuso, por la acogida internacional que tuvo y porque fue pionero en este país para su difusión.
El tiempo hace surgir recuerdos encontrados porque es artífice del olvido. Es él, el que hace que los orígenes de la música popular estén rodeados de una niebla, la cual muy pocas veces deja traslucir sus verdades ocultas. Sin embargo, en el mundo de la salsa, para el ámbito colombiano, los acuciosos investigadores han llegado a ciertos acuerdos sobre cómo empezó a incursionar este género en este territorio y qué orquestas locales empezaron a cultivarlo.
Una de esas verdades esclarecidas es el papel protagónico de Julio Ernesto Estrada, «Fruko», como pionero y uno de sus más exitosos representantes. Él fue el responsable de imponer el nombre de la salsa colombiana en amplios mercados internacionales, equiparándose, de igual a igual, con los grandes exponentes de este género.
Es cierto que Fruko y sus Tesos no fue el primer conjunto colombiano en explorar la salsa. Lo hizo otro grupo de Discos Fuentes, el Sexteto Miramar, dirigido por Hernán Builes. Su instrumentación constaba de un saxo, un xilófono, una guitarra eléctrica y la sección de ritmo, y su repertorio consistía en guarachas, sones montunos, guajiras y charangas. Su primera producción surgió en 1965 y en 1968 ya grababan salsa propiamente. Por la misma época también hicieron su ensayo Los Corraleros de Majagual y otros grupos que fueron cautivados por este género urbano. Sin embargo ninguno de ellos logró el éxito de Fruko y sus Tesos, por ello acuñarle el título de pionero tiene sobrados méritos.
Hugo Giraldo Marín, periodista de El Colombiano lo expresó de la siguiente manera: “El acetato con las grabaciones salseras llegó a la costa, se amplificó y bailó en las propias calles de Barranquilla. Pero en Medellín, cuidad donde se arraigó el tango y se arrulló el bambuco, el maestro Julio Ernesto Estrada fue el inspirador y ha sido el ejecutante, el arreglista y el divulgador del ritmo caribeño hecho salsa”.
Fruko y sus Tesos
Esta historia inició cuando Julio Ernesto Estrada, en sus años mozos, viajó a Nueva York como integrante de Los Corraleros de Majagual y tuvo la oportunidad de acercarse a los grandes protagonistas de un nuevo movimiento musical que apenas se estaba conociendo con el nombre de salsa. Fruko llegó a inquietarse por este género a mediados de la década del sesenta y empezó a proponer la idea a los directivos de Discos Fuentes, Pedro y José María, de crear una agrupación colombiana con este estilo.
La orquesta Fruko y sus Tesos, nació después que José María y Pedro Fuentes vieron en Fruko un futuro muy promisorio. Ellos creyeron en el proyecto y lo impulsaron con la grabación de un primer larga duración en 1970, el cual, como todos los ensayos que empiezan, apenas si tiene acogida. Esta eventualidad, ya prevista, hizo que Fruko y los señores Fuentes reanudaran sus esfuerzos, motivación que hoy agradece toda Colombia pues sin su trabajo, la salsa colombiana habría demorado mucho por nacer. A partir de entonces inició una carrera meteórica hacia el estrellato.
La nómina de músicos de la banda inicial estaba integrada por Julio Ernesto Estrada «Fruko», como director y a cargo del bajo; el pianista fue Hernán Gutiérrez, quien falleció en Miami; Jesús «Chucho» Villegas era el responsable de la campana y los bongóes, y Fernando, su hermano, en las congas; Jorge Gaviria como primera trompeta y Carlos Escobar «Pajarilla» como segunda; Mariano Sepúlveda en la guitarra eléctrica, ejecutaba el tiple para reemplazar la sonoridad del tres cubano y hacía los coros; el primer trombón estuvo a cargo de Gustavo García, «Pantera»; el segundo con Gilberto Hernández «Tripaseca»; en los timbales Rafael Benítez; y Germán Carreño en la trompeta bajo. La voz líder estuvo a cargo de Humberto Muriel.
En 1970 presentaron su primera grabación, en la cual actúo como ingeniero de sonido Mario Rincón «Pachanga». El álbum lo llamaron Tesura y con éste, su primer disco, recorrió todos los establecimientos nocturnos de la calle Palacé en Medellín, a ver quién lo ponía. Fue un disco experimental. La carátula mostraba a Julio Estrada con un chaleco brillante y un revólver colgando del cuello, los créditos anunciaban el nombre artístico del nuevo intérprete Julio Ernesto Estrada, Fruko.
Tesura no tuvo mayor éxito entre el público, todo porque nadie sabía qué era eso de salsa. El popular Hercovalle llegó a escribir algo muy diciente en la contracarátula del larga duración: “entre la música latina más excitante se encuentra esta que los discómanos llaman salsa, ritmo desbordante e indefinido que necesariamente, al escucharse, despierta alegría en todo corazón”. Pero el público no lo entendió. Pedro Fuentes lo llevó hasta Puerto Rico y volvió con una frustrante sentencia: en Colombia no saben hacer salsa.
En un segundo intento grabó A la memoria del muerto, donde cantó «Píper Pimienta» Díaz y un mayor número de taberneros lo pusieron en sus equipos. El reconocido vocalista «Píper Pimienta», fue quien protagonizó la interpretación de A la memoria del muerto y con este álbum y su primer éxito, Fruko y sus Tesos empezó a figurar en el mundo de la salsa.
En 1972 se unieron a la nómina dos voces más, que por muchos años se convirtieron en los talentos más visibles de la cultura musical del Caribe colombiano y cuya influencia llegó a muchas fronteras. Con Wilson Manyoma, conocido artísticamente como «Saoko» se conocieron éxitos salseros como Tú sufrirás, Tronco seco, Los charcos, El patillero, Barranquillero arrebatao, Cali de rumba, Descarga espectacular, El árbol que me daba sombra, Manyoma, La fruta bomba y El preso, el himno que los ha identificado desde 1975, año de su publicación. Con Álvaro José Arroyo, la orquesta impuso éxitos de la talla de El ausente, Nadando, Lloviendo, El caminante, Tania, Confundido, El árbol, El negro chombo, El cocinero mayor, Los patulekos, Ayunando, Bamboleo en el mar, Julia, Catalina del mar y otras más.
El preso
En el mundo en que yo vivo
siempre hay cuatro esquinas,
pero entre esquina y esquina
siempre habrá lo mismo.
Para mí no existe el cielo
ni luna, ni estrellas,
para mí no alumbra el sol,
pa' mí todo es tinieblas.
Gracias a El preso, la obra de Álvaro Velásquez, Fruko y sus Tesos se convirtió en la orquesta más importante del país y logró rivalizar en sintonía y fama con gigantes de la canción urbana como Willie Colón y Ricardo Ray. Su orquesta, que hasta ese momento sólo había sido de grabación se amplió a 12 músicos y empezó a cumplir con sus primeras presentaciones en vivo. Primero estuvo en Cali, en donde el DAS les pidió pasaportes al considerar que eran extranjeros.
Luego visitaron Barranquilla y Medellín. La Biblioteca Pública Piloto fue el escenario donde se celebró la fiesta antioqueña que ellos amenizaron en homenaje a una promoción de bachilleres de la Academia Militar de Antioquia. El éxito resultó arrollador.
A fuerza de constancia Fruko logró abrirse camino. Para 1976 Fruko y sus Tesos era la mejor orquesta del país y estaba integrada por una constelación de estrellas salseras encabezada por sus cantantes Joe Arroyo y Wilson Manyoma, quienes ya eran ídolos de Colombia.
Internacionalmente sus primeros triunfos se ubicaron en Panamá. Luego conquistaron Ecuador, Perú, Venezuela y, en 1976, Fruko y sus Tesos hicieron su primera gira a los Estados Unidos. En el Madison Square Garden de Nueva York alternaron con Andy Harlow, el Conjunto Candela y Los Kimbos. Fue tal vez la primera presentación de un grupo colombiano en el templo mundial de la música.
De este viaje recuerda que regresó en febrero sin su pianista Hernán Gutiérrez, quien quiso quedarse. Después de ciertas dificultades logró dirigir su propia banda y en ella estuvo de vocalista el panameño Gabino Pampini. Murió en Miami. Hernán Gutiérrez fue reemplazado por Jorge Guarín.
Otro de los que perdió el vuelo de retorno fue Gustavo García, porque el taxi que había tomado para ir al aeropuerto se estrelló en el recorrido. Andy Harlow lo acogió en su orquesta y luego le siguieron otras agrupaciones.
También se retiró Rafael Benítez quien creó su Charanga y alcanzó a grabar dos producciones.
Su protagonista
Julio Ernesto Estrada ha forjado gran parte de la carrera artística de intérpretes como Joe Arroyo, Wilson Manyoma «Saoko», «Píper Pimienta» Díaz, May González, Juan Carlos Coronel, La India Meliyará, Joseíto Martínez, John Jairo Murillo y otras figuras de la canción nacional. Incluso tuvo en sus filas, como artista invitado, a Celio González. Hoy continúa esa labor, buscando nuevas posibilidades expresivas y nuevos talentos.
Nació en Medellín, el 7 de julio de 1951, en el barrio Naranjal en el seno del hogar conformado por Baudilio Estrada, mecánico ya fallecido, y Alicia Rincón, ama de casa y modista. Tiene dos hermanos Luis Alberto, la primera voz tenor en la ópera Boliviana y María Victoria, pintora egresada de Bellas Artes. Elizabeth López es decoradora de interiores y representante de sus orquestas. Ha tenido el privilegio de educar a tres hijos de los cuales algunos demostraron sus inclinaciones por la música y ya tiene la alegría de ser abuelo.
Sus ancestros llegaron a Medellín desde Cuba. Su bisabuelo Luis Felipe Rincón, fue uno de los ingenieros que acompañó a Francisco José Cisneros en la construcción del ferrocarril. Francisco Javier Cisneros, conectó a Medellín con Puerto Berrío, población ubicada en las riberas del río Magdalena. Luis Felipe Rincón se radicó en Antioquia. Su abuelo, Luis Emilio Rincón, fue director del Liceo Antioqueño y de La Voz Katía. En el Liceo Antioqueño, además de director fue profesor de música, de ahí que sus hijos Mario, Jaime y Jairo heredaran la vena artística. Ellos se convirtieron en productores musicales e ingenieros de sonido. Sus tres tíos primero trabajaron en Discos Ondina y luego se vincularon al sello Fuentes. Fruko era quien les llevaba los almuerzos.
Julio Ernesto desde muy pequeño, entre los cinco y siete años, despertó su espíritu tropical. Oía a La Sonora Matancera “Borondongo le dio a burundanga...”, y eso lo ponía feliz. También escuchaba tangos como el famoso “Cuando la lluvia entristeciendo está la noche...”, pero esa no era su música. Él buscaba donde estaba la rumba y conformó murgas, en las cuales él ejecutaba los tambores.
Un día le compró una flauta a Crescencio Salcedo, compositor de “Yo no olvido al año viejo...”. Con ella aprendió a interpretar La pollera colorá y otros temas que componían el repertorio de la murguita. Fue así como se ganó sus primeros 50 centavos con sus amiguitos.
Su abuela era lo que él llama negrera, porque no le gustaban los negros. Ella, doña Rosa de la Parra, fue la primera que le prohibió la ejecución de esa música indicando: “¡No, pero cómo te gusta esa música! ¡Esa música es del diablo, esa música es de negros! Tiene que gustarte otra música”. Su criterio cambió cuando Fruko, un poco a la fuerza, le metió en la casa a Los Corraleros de Majagual para que ensayaran. Después de uno o dos ensayos ya los esperaba con sancocho servido y todo.
En el colegio era rebelde, peleador y no duda que pudo ser un boxeador de gran triunfo. Aún parte cocos de un golpe de mano y con eso gana apuestas. Sin embargo esto no dejó de presentarle diversos problemas en su juventud... el más grave, es que fue expulsado del colegio y fue cuando su madre le dijo: “Bueno, te vas a poner a vender prensa o hacer alguna cosa, pero...”. Ante tan lúgubre futuro sus tíos salieron al rescate indicando: “No. Nos lo vamos a llevar para los estudios de grabación”.
En Discos Fuentes
Obligado a trabajar, ingresó a Discos Fuentes, con la colaboración de sus tíos Mario y Jaime Rincón. En 1963 firmó contrato, para cargar cables y hacer mandados. La primer gran estrella que conoció en los estudios de grabación fue al Jefe, el anacobero Daniel Santos. Con el tiempo compartió con Miguelito Valdés y otros artistas de talla mayor.
Lo empezaron a llamar Joselito y él aprendió a aprovechar esa oportunidad que le brindaba el gran desfile de estrellas por los estudios: “Yo estaba en el estudio y los veía. Y, cuando ellos se iban a almorzar, entonces yo agarraba los instrumentos, y me ponía a imitar los golpes que se habían hecho en las grabaciones, con las congas, con el piano, con el bajo, en fin...”.
Mientras desempeñaba sus labores se unió al combo de los maestros Juancho Vargas, Julio García y Augusto Zapata quienes se dedicaron a enseñarle los secretos de la profesión. A la edad de 13 años hizo sus primeras grabaciones A cumbiar con Anita, y La chichera con los Golden Boys. Luego estaría al frente de otras producciones.
Con Los Corraleros de Majagual
Como se indicó, cuando su oficio de mensajero o carga cables le permitía algún rato de ocio, tomaba los instrumentos y practicaba en ellos hasta el cansancio. Guitarra, piano, bajo, con todos formaba una gran algarabía y con ello les dio más de un dolor de cabeza a sus jefes, pues sólo veían a un niño metiendo la mano a equipos de gran cuidado. Por eso lo echaron de Discos Fuentes y le tocó irse a trabajar a un almacén de discos como vendedor.
Al jugar con los instrumentos, primero dominó los instrumentos de percusión como la conga, el güiro y el bongó. Luego se dedicó al piano y se aprendió sus tumbaítos, como él mismo lo indica.
En sus ensayos de percusión, creó un nuevo golpe con los timbales, lo que llamó la atención de Antonio Fuentes. Julio Ernesto se convirtió en la respuesta a la búsqueda de Antonio Fuentes por un nuevo sonido para Los Corraleros de Majagual, con lo cual intentaba combatir el éxito que tenían las orquestas venezolanas en Colombia. Y vaya que sí lo logró. Por ello regresó a Discos Fuentes.
En 1965 firmó su primer contrato como músico, con una de las orquestas de gran renombre internacional y además alternó con grandes maestros como Calixto Ochoa, Lisandro Meza, Eliseo Herrera, Julio Erazo, Abraham Núñez, Enrique Bonfante, y otros.
Pero no sólo se dedicó a la práctica de los instrumentos, sus tíos le enseñaron los secretos de la grabación. Y le fueron entregando más responsabilidades en este sentido, primero con los grupos amateur, luego, con los profesionales.
Cuando llegaban los artistas de prestigio y preguntaban quién les iba a grabar, él se les presentaba y por su juventud, pensaban que era una broma. Las dudas desaparecían cuando él les hacía una prueba de audio.
La nueva tecnología, para el proceso de grabación de un fonograma, permite el control de cada instrumento y de cada voz, y es usual que los sonidos se graben por separado para después integrarlos en un proceso de mezcla. Para la época en la que Julio Ernesto Estrada comenzaba con su profesión de grabador, la tecnología sólo permitía la grabación del conjunto total, lo que imponía múltiples restricciones, entre ellas, cualquier error obligaba a repetir todo el proceso. El naciente artista logró dominar una técnica de edición, cortando y empatando la cinta: “Si una nota fallaba, había que volver a repetir la canción completa. Pero conmigo no. Yo cogía una cuchillita en la edición y las empataba. Y hubo canciones éxitos hasta de 16 empates. Entonces me hice una clientela de músicos, y todos querían grabar conmigo, porque, si se equivocaban, yo empataba”.
Fue así como surgieron grandes éxitos de Los Diplomáticos, Julio Jaramillo, Los Corraleros de Majagual, Lito Barrientos y muchos grupos de cumbia y de acordeón. Desde tan temprana edad alternó entonces sus oficios como instrumentista y grabador. Cuando terminaba sus giras con Los Corraleros de Majagual o no había toque para el grupo, se metía a los estudios y desde ese momento aprendió a trasnochar.
Joselito antes que Fruko
Su similitud con un personaje de un anuncio publicitario de conservas, hizo que los que lo conocían le impusieron el sobrenombre de Fruko.
El periodista Juan Carlos Insignares indica: “Una tarde en la plazoleta Nutibara de Medellín, Lisandro Meza miró con detenimiento una valla de salsa de tomate Fruco en la que aparecía la tradicional muñequita que identificaba el producto”.
“¡A Julito!, se parece a Julito. Es exacto a Julio Ernesto, dijo. Sus compañeros, el combo de Los Corraleros de Majagual, soltaron la típica carcajada de aprobación. Todos encontraron en la muñequita los rasgos del pequeño Julio Ernesto, un aprendiz de músico que a los 14 años había terminado metido en el medio de los colosos de la música colombiana”.
Fruko es una orquesta completa ya que puede ejecutar por lo menos veinticinco instrumentos. Entre ellos bongó, tambores, conga, batería, güiro, cencerros, claves, maracas, guitarra, cuatro, tiple, bajo y teclados como el piano, sintetizador, órgano y vibráfono. También interpreta trombón y trompeta.
En su vida artística han pasado muchas cosas interesantes como cuando logró algunas grabaciones con la pianista clásica Teresita Gómez: “Te cuento que tengo grabaciones con Teresita Gómez donde interpretamos a Stravinsky. Ella hace las partes de piano y yo la percusión. A ella siempre le preocupa no saber hacer salsa y a mí no poder hacer lo clásico”.
Pasó de vivir como un profesional de la rumba y de las peleas a ser un productor musical serio, un hombre de empresa y por encima de todo ello un promotor a todo nivel del talento colombiano. En una entrevista publicada por la revista Viernes Cultural indicó: "A cualquier inconveniente sacaba la mano y golpeaba al que fuera. Eran tantas las peleas y tan seguidas que Absalón Vargas, un inspector del barrio el Bosque de Medellín me multó las manos, una noche de 1968. De toda esa época yo tengo diploma cinco estrellas de rumbero".
Por mucho tiempo su sede fue Discos Fuentes y así lo describió el periodista José Ignacio Murillo: “Su hábitat es Discos Fuentes: un piano, unos timbales, un equipo de sonido que suena como una orquesta en el escenario, un escritorio sobre el cual dobla su gruesa figura para subrayar los condimentos de una partitura de salsa o echarle un tanto de pimienta a un merengue que Los Ocho de Colombia están preparando para empezar el año”.
“De tanto en tanto, alguien se acerca para mostrarle un sonido de trompeta que encuentra perfecto para darle acabado a un mambo, y otro llega para cantarle a capella -con mucho trino caribeño- una canción que sería un éxito si fuera posible montarla con una buena instrumentación. ‘Eso es un guaguancó’, se le oye decir a él, en medio del bullerengue... Hace arreglos, opina sobre la calidad de las obras, supervisa las grabaciones, se transforma él solo en una orquesta que suena todos los días y con el mismo vigor...”
Fruko en orquestas de éxito:
The Latin Brothers: “The Latin Brothers nació como una necesidad de responderle a la Dimensión Latina de Óscar D’León, que en el éxito de Llorarás habían incluido dos trombones”, indica Fruko. En 1974 apareció el primer álbum de la orquesta The Latin Brothers, con la voz líder de quien impusiera los primeros éxitos de Fruko y sus Tesos, Edulfamit Molina Díaz, conocido artísticamente como «Píper Pimienta» Díaz, y con la dirección musical de Julio Ernesto Estrada. Después de ese primer éxito la orquesta se consolidó al imponer éxitos como Sobre las olas, Dime qué pasó, Las caleñas son como las flores, Patrona de los reclusos, Buscándote y Las cabañuelas, entre muchos más.
Afrosound: nació por la búsqueda de superar un nuevo sonido que se estaba imponiendo desde el Perú y a fe que lo logró cuando colocó en los primeros lugares de sintonía La danza de los mirlos, su primera producción musical que se programó el 5 de noviembre de 1973. Fue un primer trabajo orquestal, con las animaciones de Wilson Manyoma «Saoko», bajo la dirección y los arreglos musicales de Julio Ernesto Estrada.
Wganda Kenya: esta agrupación se creó en la década del setenta debido a una inesperada invasión de la música del Caribe. Fue una gestión de José María Fuentes, quien le dio el nombre a la agrupación y Julio Ernesto Estrada, uno de sus principales arreglistas, además del equipo artístico de Discos Fuentes: Javier García, Isaac Villanueva y Hernán Colorado Vallejo. Su primera producción musical se programó el 20 de septiembre de 1976.
La Sonora Dinamita: orquesta fundada en 1960 en la ciudad de Medellín. Después de múltiples éxitos, La Sonora Dinamita venía con problemas, pues sus principales músicos e intérpretes estaban adquiriendo compromisos con otras agrupaciones. Julio Ernesto Estrada, en 1975, logró reintegrarla nuevamente y con ella renovó las voces líderes de la agrupación permitiendo que La Sonora Dinamita viviera nuevamente en el gusto del público.
Fruko & Orquesta: En 1992, recordando las big band, Julio Ernesto Estrada se dio a la tarea de rescatar el repertorio internacional, en sus mejores expresiones, creando su propia gran orquesta. Reunió en el estudio a 22 músicos de la mayor trayectoria que había en el país, y en su primer volumen le hizo un merecido homenaje al gigante de Pérez Prado. Con Mambos, la acogida no se hizo esperar y el público agotó el producto en pocos meses. Julio esperaba el éxito, pero no en tales proporciones. Ya pisando camino firme, volvió a la carga a finales del año siguiente, esta vez con Pachangas y en 1995 presentó Sones y montunos.
Fruko y sus Tesos siempre vigente
La historia de esta agrupación no se quedó estancada en el éxito de sus primeras producciones musicales. Entre 1976 y 1989 la gloria de Fruko y sus Tesos fue total. La revista norteamericana Record World la declaró la mejor orquesta de música tropical del Continente. Publicaron 12 nuevas producciones, en 13 años de actividad. Obras como El patuleko, Anita tun tun y Catalina del mar se hicieron sentir con mucha fuerza.
En 1998 impuso un nuevo éxito, Mi libertad, tema que encabezó su producción Esto sí es salsa de verdad. Para el 2001, presentaron su producción número 25 con el título de Power Salsa, y le siguieron títulos como Wild salsa, Viva la rumba con salsa y La máquina del sabor, álbumes que impusieron éxitos de la talla de Cachondea, Gringo rumbero pachanguero y Salsero mayor.
En el 2007 presentaron una programación muy especial, primero porque en el mismo álbum se unieron dos orquestas de talla internacional que dan fe del éxito obtenido por el movimiento de la salsa en Colombia ante el mundo. Segundo porque al frente de cada una de las orquestas se confrontaron musicalmente padre e hijo, Fruko y Julio Ernesto Estrada Jr., dos talentos nacionales que siguen trabajando a favor de los amantes de este género, con gran éxito. El álbum se tituló Fruko y sus Tesos – The Latin Brothers, más unidos.
Fruko tiene más de treinta años de vida artística, innumerables largas duración en los que ha participado como director musical, como músico, como arreglista, como productor, y fácilmente sobrepasa las ciento cincuenta giras internacionales, pues al año viaja mínimo dos veces con alguna de las agrupaciones que dirige. El mundo lo sigue conociendo como Fruko, el embajador por excelencia de la música colombiana en el exterior.
Hoy trabaja en su casa y en sus propios estudios de grabación con el mismo ahinco y con la sabiduría que entregan los años. Su tranquilidad espiritual la encontró en las técnicas de la cienciología y dianética. Su amor indiscutible, su familia y la música por la que siempre ha trabajado.
Fuente: Información y prensa Discos Fuentes. 20 de diciembre de 2007.
Disfrute este tema "El preso". Es interpretado por Wilson Manyoma Gil, caleño conocido en el mundo artístico como Wilson Saoko, quien se destacó por los éxitos "Tronco seco", "Tú sufrirás", "Mosaico santero", "Los charcos" y el impacto más grande que ha tenido en su carrera artística, "El preso".
El preso - Fruko y sus Tesos canta Wilson ''Saoko'' Manyoma